Ares

 Ares

En la mitología griega, Ares, hijo de Zeus y Hera, es el Dios olímpico de la guerra.
En la guerra representa la brutalidad, la violencia y los horrores de las batallas.​ Como dios de la virilidad masculina a lo largo de la mitología se han contabilizado unas treinta amantes mujeres, con una descendencia de alrededor de 60 hijos (entre ellos Eros, Harmonía, Fobos, Deimos, las amazonas). Afrodita, diosa del amor y la belleza, era su amante preferida, su sanadora y aliada en la guerra. Su equivalente romano es Marte.

A pesar de ser identificado como dios de la guerra no siempre salió victorioso en los combates. De hecho, resulta varias veces herido, como contra el semidiós Heracles, y sobre todo en sus enfrentamientos con su hermana Atenea, divinidad también guerrera, patrona de la estrategia y la sabiduría. Su lugar de nacimiento y auténtico hogar estaba situado en la región de los bárbaros y tracios, ​ al norte de la Hélade, y allí huyó cuando fue descubierto acostándose con Afrodita, quien engañó reiteradas veces a su esposo Hefesto con él.

En la guerra de Troya en un primer momento peleó con un bando y luego con el otro, para compensar el coraje de ambas partes. Su mano destructiva se veía incluso tras los estragos provocados por plagas y epidemias.​ Esta faceta salvaje y sanguinaria de Ares lo hacía ser detestado por otros dioses, incluidos sus propios padres.

"Ares" fue también un adjetivo y epíteto en la época clásica para referirse a otros dioses cuando presentaban una modalidad guerrera, violenta o viril: eran comunes los títulos Zeus Areios, Atenea Areia e incluso Afrodita Areia.​

El nombre de Ares ya aparece atestiguado en las tablillas micénicas bajo la forma A-re. Pese a ello, en Grecia, al menos durante las épocas arcaica y clásica, no era de los dioses a los que más culto se rendía, dado que se le consideraba de procedencia bárbara. La adoración de Ares en los países al norte de Grecia indica que probablemente su culto se introdujera desde Tracia. En Escitia, otro de sus principales lugares de culto, se le adoraba con la forma de una espada, con la que se sacrificaban caballos, ganado y, en algunas ocasiones, esclavos.

Por el geógrafo Pausanias se sabe que en Esparta había una estatua del dios encadenado, para mostrar que el espíritu combativo y la victoria nunca abandonaría a los habitantes de la ciudad. En esta ciudad se le sacrificaban cachorros de perros negros.

En el mito de los Argonautas se creía que en la Cólquide, el vellocino de oro estaba colgado de un roble en una arboleda consagrada a Ares.​ Desde allí se creía que los Dioscuros trajeron a Laconia la antigua estatua de Ares que se conservaba en el templo de Ares Thareitas, en el camino de Esparta a Terapnas.




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